
Historias que se cuentan de los cementerios
Mitos urbanos o realidades, historias que se cuentan de generación en generación, las versiones van cambiando con el tiempo, se trastocan las épocas, los nombres de los protagonistas; tal vez nunca terminemos de saber cuál es el relato original, o si los hechos en realidad existieron.
Para recopilar esta historia que vamos a contar fue muy complicado ya que se cuenta como si hubiese pasado en los años 60, otras versiones la ubican en los 70 y hasta algún atrevido la centra a fines de los 2000.
También hay dudas sobre la ubicación geográfica de este relato; unos lo centran en Ciudades como Córdoba y Río Cuarto, pero nosotros nos metimos en el tema ya que habría una versión de que sucedió en General Cabrera.
Al parecer un joven de unos 20 años había llegado a buscar trabajo a nuestra Ciudad; como tenía experiencia en obras de construcción; empezó a caminar las calles de General Cabrera buscando una tarea para realizar; hasta que alguien le dio el dato de que necesitaban operarios para una obra en el cementerio; como el amigo era hábil para revocar enseguida fue ocupado para esa tarea.
Cuando caía el sol; todos los albañiles se retiraron menos este jovencito de la historia, empezó a observar la belleza de la arquitectura del lugar, los grandes panteones con sus ángeles alados en las alturas, la estatua de mármol de la mujer acostada; las tumbas del año 1903. Tal vez los cabrerenses no tomamos conciencia del patrimonio cultural de dicho lugar como lo hacen los visitantes.
Después de tan gustoso paseo por el lugar enfiló hacia la salida del cementerio; pero la sorpresa no fue muy agradable cuando llegó a la puerta que estaba con llave… A simple vista no había forma de salir.
Empezó a caminar por los pasillos colindantes al tapial del lugar; hasta que divisa a lo lejos a una joven mujer con un ramo de flores en la mano arrodillada frente a una tumba, allí se tranquilizó al ver a alguien que lo podía ayudar con el dilema.
Se acercó a hablarle; ella muy amable aceptó ayudarle y le dijo que muchas veces había pasado por lo mismo debido al cierre temprano de la puerta del cementerio; caminaron juntos hablando del clima, de la oscura tormenta que se avecinaba y de las cosas simples de la vida.
Cuando llegaron a un lugar cercano a la Ruta 158 la mujer le indica que allí estaba la salida; el hombre no veía ninguna puerta y hace una pregunta de la cual se arrepintió toda la vida “… Pero ¿cómo haces para salir por allí?...”.
La mujer sonríe… lo mira fijo y enfila hacia la tapia; al aproximarse al tapial lo traspasa como si nada hubiera allí, como si de pronto la materia se desintegrara y desaparece tras el oscuro muro de cemento.
El joven empezó a correr desesperado por los pasillos, sus codos se lastimaban en las paredes de nichos y panteones hasta que llegó a una tapia más baja, pisó una tumba y saltó al exterior.
Lo único que pudo hacer fue ir hasta la ruta corriendo a hacer dedo. El contratista de las obras nunca volvió a verlo, su ropa quedó en el hotel de la Avenida Belgrano donde paraba.
Dice el mito urbano que nunca volvió a Cabrera y que ni para la sepultura de sus familiares volvió a acercarse a un cementerio.
Tal vez todo sea mentira pero... usted no escuchó un ruido extraño detrás suyo...